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2 de vivieron poco tiempo después de su conversión y se fueron al paraíso. Pero el tercero subsistió, y, recordando sin cesar sus errores, se dio a tal vida de penitencia, que por quince años seguidos, fuera de las cuaresmas comunes, en que se acomodaba a el resto hermanos, en los demás tiempos estuvo ayunando tres días por semana a pan y agua; andaba siempre y en todo momento descalzo, vestido de una sola túnica; jamás se acostaba tras los maitines. Soy el leproso que Cristo bendito curó por tus méritos -ha dicho -, y en este momento voy a la vida eterna; de lo que doy gracias a Dios y a ti. Bendita sea tu alma y bendito tu cuerpo, benditas sean tus palabras y tus acciones, pues por tu mano se salvarán en el planeta muchas ánimas. Y sabe que en el planeta no hay un sólo día en que los santos ángeles y otros santurrones no estén dando gracias a Dios por los santurrones frutos que y tu Orden realizáis en diversas partes del mundo.
Su padre comerciaba mucho con Francia y en el momento en que nació su hijo estaba fuera del país. Las gentes apodaron al niño “francesco” (la lengua francesa) aunque éste había recibido en su bautismo el nombre de “Juan”. Me ha dicho además que, ya antes de ser ordenado sacerdote, Dios le había revelado que tenía que desvanecerse en la misa; pero, como había celebrado muchas misas y nunca le había sucedido eso, pensó que aquella revelación no era cosa de Dios. Y, con todo, unos cincuenta días antes de la Asunción de nuestra Señora, donde se produjo dicho caso, le había sido todavía revelado por Dios que aquello le sucedería en torno a la dicha fiesta de la Asunción; pero había olvidado entonces esa revelación. Como me hallaba presente a este hecho, tenía vivo deseo de comprender lo que Dios había obrado en él; de ahí que, en el momento en que volvió en sí, fui a localizarlo y le supliqué que, por amor de Dios, me contara todo. Comenzada la misa, cuanto más adelante iba en , tanto más le aumentaba el cariño de Cristo y aquel ardor de la devoción, con el cual le era dado un sentimiento inefable de Dios, que mismo no acertaba a expresar con la lengua.
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Murió el 3 de octubre de 1226 después de oír la pasión de Cristo según San Juan. Lo enterraron en la Iglesia de San Jorge en Agarráis. Y como el hermano Juan permaneciera así, repitiendo estas expresiones, a los pies de Jesús, fue escuchado por El y recibió de El la primera felicidad, esto es, la felicidad de la llama del divino amor, y se sintió completamente renovado y consolado; al presenciar que había vuelto a el don de la divina gracia, comenzó a ofrecer gracias a Cristo bendito y a besarle devotamente los pies. Levantóse luego para mirar al Salvador cara a cara, y Cristo le dio a besar sus santísimas manos; en el momento en que se las hubo besado, el hermano Juan se acercó y se estrechó contra el pecho de Jesús, y abrazó y besó el sacratísmo pecho, y asimismo Cristo le abrazó y le besó a . Mientras duraban estos abrazos y besos, el hermano Juan percibió tal fragancia divina que todas y cada una de las esencias aromáticas del mundo reunidas juntas hubieran semejante malolientes en comparación de aquel perfume; y el hermano Juan quedó con completamente embelesado, consolado e iluminado, y ese perfume continuó en su alma durante muchos meses.
San Francisco, fantástico santo, hermano, amigo, tu que eres apasionado del Sagrado Corazón de Jesús y eres favorecido con los signos de las sagradas llagas en tu cuerpo. Nos postramos frente tu presencia, implorando tu protección para y suplicarte que intercedas frente Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, para que apacigüe nuestras pretensiones y nos colmes de tus bendiciones. Su gran furor, pureza y humildad, con que miraba y trataba a algún clase de animal, y el rechazo al castigo hacia ellos, que los consideró como sus propios hermanos, razón por la que hay una gama de oraciones que son dirigidas a San Francisco de De este modo, en relación a los animales.
Vio, además, y reconoció al santo hermano Lúcido y al hermano Mateo el viejo, de Monte Rubbiano, y a muchos otros hermanos que jamás había visto ni popular en vida. La provincia de la Marca de Ancona estuvo anteriormente adornada, como el cielo de estrellas, de hermanos santurrones y ejemplares, que, como lumbreras del cielo, han ilustrado y honrado a la Orden de San Francisco y al mundo con sus ejemplos y su doctrina. Entre otros hay que enumerar, primeramente, al hermano Lúcido el viejo, que fue realmente luciente por la santidad y ardiente por la caridad divina; su lengua gloriosa, informada por el Espíritu Santo, conseguía frutos maravillosos en la predicación. Otro fue el hermano Bentivoglia de San Severino, a quien vio una vez el hermano Maseo de San Severino elevado en el aire por bastante tiempo mientras que rezaba en el bosque.
No acertando a ver claro por sí mismo y meditando sobre la modestia del joven al mencionarle que sabría contestar a la cuestión mejor que , volvió a la puerta y abrió para pedir al joven la respuesta a dicha pregunta; pero ahora se había marchado. La soberbia había hecho al hermano Elías indigno de hablar con el ángel. Es que tengo mucha prisa -restituyó el mancebo-, y he llamado tan fuerte porque debo llevar a cabo un viaje largo.
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Patrono de todos y cada uno de los animales que hay en el mundo. Reza esta oración completa a San Francisco de Asís para recuperar ese animal o mascota que se ha perdido, para lograr el milagro, favor o la intervención de San Francisco en estas situaciones difíciles tienes que rezar con mucha fé todos los días la oración hasta el momento en que el animal se muestre.
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Plugo a Dios que el hermano Pacífico, estando un día en oración en un espacio solitario, fuera arrebatado en éxtasis y viese subir derechamente al cielo en un instante el alma de su hermano Humilde, sin retardo ni impedimento, y ello en el mismo momento de separarse del cuerpo. El hermano Conrado fue un día al bosque para contemplar a Dios y el hermano Pedro le fue siguiendo a ocultas para ver qué le sucedía. El hermano Conrado se puso en oración y comenzó a suplicar a la Virgen María con gran devoción y muchas lágrimas que le consiguiera de su Hijo bendito la gracia de presenciar un poco de aquella dulzura que sintió San Simeón el día de la Purificación, cuanto tuvo en sus brazos a Jesús, el Salvador bendito.
Por esto, llenos de alegría, los dos concluyeron regresar al valle de Espoleto, dejando el viaje a Francia. Lo repitió por tres ocasiones, y, a la tercera, San Francisco levantó en alto al hermano Maseo con el aliento y lo lanzó hacia adelante a la distancia de una lanza grande. Esto produjo gran estupor al hermano Maseo, y más tarde contó a los compañeros que, en el momento en que San Francisco lo levantó y lo despidió con el aliento, sintió en el alma tal dulcedumbre y tal consuelo del Espíritu Santo como nunca lo había sentido en su vida. Al llegar un día muy hambrientos a una aldea, fueron, según la Regla, a pedir limosna el pan por amor de Dios. San Francisco fue por un barrio y el hermano Maseo por otro.