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“Ama con todo tu corazón a Dios y a Jesús, su Hijo, crucificado por nuestros errores, y no dejes jamás que se te escape su memoria; conviértete en meditar siempre sobre los misterios de la cruz y la angustia de la madre que está bajo la cruz”. Ayúdanos a ser valientes como tú, Santa Clara. Su ejemplo de plena seguridad en Dios y en el Muy santo Sacramento como su protección nos permite seguir sus pasos de fe.

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Santa Clara, te solicitamos que atiendas nuestras necesidades con tu corazón desinteresado y bondadoso. Por favor intercede por y ayúdanos a santificarnos! Deseamos que nos conduzcas a ver la luz eterna de nuestro hogar en el Cielo.

Ayúdanos a llevar a cabo la intención de Dios con un corazón alegre. Querida Santa Clara, te alabamos a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te alabamos a ti y a los frutos de tu gracia que se manifestaron en tu pobre y misericordioso servidor, Santa Clara. Que no procuremos conseguir elementos físicos, sino que busquemos el amor de Dios. Por el hecho de que sabemos que los objetos temporales no satisfarán las pretensiones de nuestros corazones. El anhelo que sentimos solo se cumplirá cuando nuestros corazones descansen en Nuestro Señor Jesucristo.

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Sé una luz para en las penas y angustias de esta vida terrenal, y guíanos a la luz eterna de nuestro hogar en el Cielo. Oh gloriosa y digna Virgen Madre Santa Clara; espéculo de santa claridad y pureza; baluarte de la fe. Tú que irradia especial claridad y que es uno de los tesoros rico y lleno de virtudes. Su día de fiesta es el 11 de agosto, pero puedes rezar su novena y sus oraciones en cualquier momento, más abajo lista de oración a Santa Clara, para invocarla y pedir su asistencia.

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• Padre Celestial, te alabamos a ti y a los frutos de tu felicidad que se manifestaron en tu pobre y misericordiosa servidora, Santa Clara.

“El amor que no puede padecer no es digno de ese nombre” -Santa Clara. Además de la basílica con su nombre en Agarráis, tiene santuarios importantes en Nápoles y Bari, en Italia, en la ciudad californiana nombrada en su honor y en la localidad de Santa Clara, provincia de Villa Clara, en Cuba, de cuya diócesis es patrona. Otro atributo característico lo forma el lirio, flor que representa la pureza y la virginidad.

San Francisco les reconstruye la capilla de San Damián, lugar donde el Señor había hablado a su corazón diciéndole, “Reconstruye mi Iglesia”. Esas expresiones del Señor habían llegado a lo más profundo de su ser y lo llevó al más grande anonadamiento y abandono en el Señor. La noche después del Domingo de Ramos de 1212, Clara huyó de su casa y se dirigió a la Porciúncula; allí la aguardaban los monjes menores con antorchas encendidas.

En el momento en que se trasladan las primeras Clarisas a San Damián, San Francisco pone adelante de la comunidad, como guía de Las Damas Pobres a Santa Clara. Al comienzo le costó aceptarlo pues por su gran humildad deseaba ser la última y ser la servidora, esclava de las esclavas del Señor. Pero admite y con verdadero temor asume la carga que se le impone, entiende que es el medio de renunciar a su libertad y ser realmente esclava.

La oración es el objetivo en la vida Religiosa y su profesión. Siempre y en todo momento vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía hasta a sus hermanas. No se explicaban como podía mantener su cuerpo. A lo largo del tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar mordisco y el resto días los pasaba a pan y agua. Era riguroso con ella misma y todo lo hacía llena de amor, regocijo y de una distribución total al amor que la consumía interiormente y su gran anhelo de vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús. La pobreza la conducía a un auténtico abandono en la Providencia de Dios.

El Señor en su enorme sabiduría y siendo el buen Pastor que siempre cuida de su pueblo y de su salvación, jamás nos deja y manda profetas que con sus expresiones y sus vidas nos recuerdan la realidad y nos detallan el camino de regreso a El. Los beatos nos revelan nuestros caminos torcidos y nos enseñan como rectificarlos. acostumbraba pasar múltiples horas de la noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las expresiones de amor del Señor. Para Santa Clara la oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de todas y cada una de las gracias, tanto para ella para el mundo entero.

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